Hoy hace diez años de la desaparición de Nadia. La última vez que sabemos que la vieron con vida fue el lunes 13 de diciembre de 2010. Pero alguien tiene que haberla visto después. Alguien que también tuvo que habernos visto buscarla, difundir su cara, reclamarle a las autoridades que la buscaran por 1 año, 4 meses y 8 días hasta que sus restos óseos aparecieran fortuitamente.
Alguien la atacó, alguien
la escondió y alguien la mató a sus 20 años.
Alguien sabe qué pasó.
Alguien lo hizo, alguien lo vio, alguien lo supo.
Y callan. Callan a la vista de policías,
jueces, fiscales que habilitaron que pudieran callar todos estos años.
Nadia tiene cosas muy lindas por las que
ser recordada, dejó palabras, dejó amor, dejó arte, dejó planes y, sobre todo,
muchos deseos de transformar la vida.
No queremos que lo primero que aparezca
en nuestros corazones y en nuestra mente al pensar en su nombre siga siendo la
misma rabia de hace 10 años, la misma necesidad de justicia.
Una justicia que no sería para ella ni
sería para nosotros, sería la reafirmación colectiva de que no admitimos que
una gurisa sea desaparecida, sea asesinada, sea buscada con impericia por las
autoridades, sea archivada en un expediente voluminoso, y sea olvidada.
No lo admitimos hace 10 años ni lo
admitimos hoy.
¿Cómo pedirle a lxs hoy adolescentes de
nuestro pueblo, lxs que marchaban con nosotrxs siendo niñxs, que crean en la
justicia, que crean en el cuidado colectivo, cuando crecieron en una década de
impunidad?
¿Cómo pedirle a las gurisas que se
sientan seguras cuando les mostramos que se las puede matar?
No queremos que siga pasando ni un día
más.
Reclamamos que se siga investigando,
reclamamos nuevas indagatorias, nuevos ojos sobre las primeras evidencias,
nuevas pruebas sobre los restos físicos.
Reclamamos interés, pericia y trabajo.
No sabemos cuándo murió, no sabemos cómo
murió, no sabemos si murió donde fue encontrada. Solo podemos trazar hipótesis,
pensar escenarios una y otra vez, deducir, preguntar, difundir, no olvidar.
Todo eso lo hemos hecho, lo seguiremos haciendo y estamos dispuestxs a
compartirlo con quien quiera escucharlo.
Pero hay quienes tienen el deber de
escucharlo, y les seguimos reclamando.
Ya no esperamos.