10 años pidiendo ¡JUSTICIA!

martes, 12 de abril de 2011

La Joaquina



HISTORIA DEL PRINCIPAL MONUMENTO DE LA CIUDAD DE CANELONES.
Muchos de los habitantes de la capital canaria desconocen ciertas historias y anécdotas sobre el proceso, que como toda ciudad, ha tenido Canelones. En esta ocasión daremos una mirada retrospectiva basándonos en el monumento que identifica a la capital y que se ubica en la plaza principal de la ciudad. Para lograr este articulo histórico canelonesciudad.com recurrió al conocimiento y memoria del historiador y docente José “pepe” Vidal. 

Historia.
Sobre el basamento de granito figura la inscripción “Monumento a la bandera” pero por generaciones se impuso el nombre de Joaquina, obviamente preferible por la facilidad de su pronunciación, pero también cabe otra explicación: en el medallón colocado sobre ese basamento figura el retrato en relieve de Joaquín Suárez. En un principio la intención fue levantar un monumento en su homenaje y solo años después se colocó la inscripción en letras de bronce. 

Joaquín Suárez.
Era oriundo de Guadalupe. Tuvo una extensa actuación pública desde la época de Artigas (1811-1820) hasta la Guerra Grande, cuando fue Presidente del gobierno colorado de La Defensa. En 1828, poco después de creado el Estado Oriental por la Convención Preliminar de Paz, la Asamblea Constituyente estaba sesionando en Canelones y a propuesta de Joaquín Suárez aprobó la creación del Primer Pabellón Nacional (18/7/1828).

Crece el Nacionalismo en Uruguay.
Desde las últimas décadas del siglo (XIX) se dio en Uruguay el fortalecimiento del Nacionalismo y los orientales comenzaron a rescatar su pasado hechos y personajes con los que fueron construyendo su Historia. En este sentido, Artigas fue dominante, pero Joaquín Suárez también pasó a formar parte del conjunto de figuras vistas como “fundadores de la patria” y se puso el acento en los rasgos que hacían de él un héroe civil. Como nació y actuó en Canelones es lógico que se le rindiera culto en dicha ciudad.

La Joaquina.
El emplazamiento de la obra en la trama urbana no puede ser más privilegiado, porque está en el medio de la plaza que en Canelones, como ciudad ordenada de acuerdo con la normativa hispánica, cumplió y cumple el papel de espacio principal de las más diversas actividades. Su autor, el escultor D’aniello recibió su formación académica en Europa donde aprendió es estilo historicista que en el siglo (XIX) se consagró internacionalmente. Este se basaba en que la inspiración debía buscarse en el arte de la Antigüedad clásica.
La Joaquina transmite un efecto de solemnidad, firmeza y solidez: la postura vertical y frontal, la cabeza enhiesta, la seriedad en la expresión del rostro, la robustez en los brazos expuestos y en el cuerpo cubierto por la tela. Está vestida con peplos (túnica) propio de la indumentaria antigua. Estos se explica porque en el lenguaje historicista la figura femenina ataviada como los griegos o los romanos se asociaba con determinadas ideas y valores. Por Ej. la estatua que levanta a la entrada del puerto de Nueva Cork, representa a la Libertad. En el caso de La Joaquina, la espada que sostiene en su mano derecha y la bandera que alza con la izquierda, pueden hacer alusión a las guerras por la independencia, a la conquista de la soberanía, entre otros. Fue en la época de Terra (1931-1942) que se realizó el monumento y su erección transcurrió entre 1934 y 1939. Sobre esta peripecia hay algunos datos creíbles y también ciertas anécdotas de transmisión oral que se cuentan en voz baja.
Se formó una comisión con personas destacadas de la ciudad. Se recaudaron fondos y se trabajó para levantar un monumento a Joaquín Suárez. Se colocó la piedra fundamental, con toda la formalidad que requería la ocasión, incluida la bendición del Cura Párroco. El conflicto surgió en el encargo hecho a D’aniello y el relato tiene tanto de fragmentario como de novelesco: que la comisión llegó al taller del escultor y que éste había desaparecido pero estaba esta escultura que fue lo que terminó colocándose, que había sido hecha para otro destino y estaba diseñada para ser vista desde lejos (quizá el fondo de una avenida) y no para estar en medio de una plaza donde queda demasiado cerca del transeúnte al que le produce sensación de mole.

Sigue el anecdotario de los problemas entre los comitentes y D’aniello contando que la comisión responsable volvía de Montevideo inmersa en una gran discusión tan acalorada que estuvieron a punto de chocar el automóvil en el que viajaban. Estos enojos habrían continuado hasta el extremo de que nunca hubo ceremonia de inauguración. No ha faltado quien ha encontrado un consuelo esplendido “también la Tour Eiffel nació malquerida por los parisinos y terminó convertida en símbolo inevitable de la Ciudad Luz. 

“Las décadas del 50 y 60, eran tiempos en los que después del cine, al anochecer de los fines de semana se caminaba por la plaza, las muchachas y las parejas en sentido antihorario ¿o era al revés? .El basamento de La Joaquina tenía tres escalones de la misma altura. Vino la remodelación de la plaza y el primer escalon se redujo porque se levantó el pavimento. Hay quien afirma que el tiempo que demoró esa remodelación no solo hizo desaparecer parte de ese escalón sino que tambien le dio el tiro de gracia a dar vueltas a la plaza” (José Vidal).